El arco, la flecha y el blanco...




EL ARCO

El arco es la vida: de él viene toda la energía. 
La flecha un día partirá.
 El blanco está lejos. 
Pero tu vida siempre permanecerá
 junto a ti, y hay que saber cuidarla.

Necesitas periodos de inacción; un arco que está

 siempre armado, en estado de tensión, pierde su
 potencia. Por lo tanto, acepta el reposo para
 recuperar tu firmeza. Así, cuando estires la cuerda,
 tu fuerza estará intacta.

El arco no tiene conciencia: es una prolongación

 de la mano y el deseo del arquero.
 Sirve para matar o para meditar.
 Por ello, debes ser siempre claro en tus intenciones.

Un arco tiene flexibilidad, pero también

 tiene un límite. Un esfuerzo más allá de su 
capacidad lo romperá, o dejará exhausta la mano
 que lo sostiene. Del mismo modo, no exijas de tu
 cuerpo más de lo que te pueda dar. 

Y recuerda que un día llegará la vejez,
 y eso es una bendición, no una maldición.

Para mantener el arco abierto con elegancia,

 haz que cada parte dé de sí sólo lo necesario,
 y no disperses tus energías. 
Así podrás disparar muchas flechas sin cansarte.



LA FLECHA



La flecha es tu intención. Es lo que une la fuerza
 del arco con el centro del blanco.

 La intención del ser humano tiene que ser 
cristalina, recta, bien equilibrada.

Una vez que la flecha parta, no volverá.

 Por lo que, si los movimientos que te han 
llevado a través del proceso no han sido preciso
s y correctos, es mejor interrumpirlo y no actuar
 precipitadamente sólo porque el arco ya está 
tenso y el blanco espera.

Pero nunca dejes de manifestar tu intención 

si lo único que te detiene es el miedo a errar.
 Si hiciste los movimientos correctos, da los pasos 
necesarios y acepta el reto, abre la mano y 
suelta la cuerda,. Aunque no des en el blanco,
 sabrás afinar la puntería la próxima vez.

Si no te arriesgas, nunca sabrás qué

 cambios eran necesarios.



EL BLANCO



El blanco es el objetivo que hay que alcanzar.
 Lo escogiste tú. 

En eso reside la belleza del camino: no puedes
 nunca disculparte diciendo que el adversario era
 más fuerte, pues fuiste tú quien escogió el blanco,
 y tuya es la responsabilidad.

Si ves en el blanco a un enemigo, puede que

 aciertes el tiro, pero no te mejorarás en nada
 a ti mismo. Te pasarás la vida simplemente 
intentando colocar una flecha en el centro de una
 cosa de papel o madera, algo completamente inútil.
 Y cuando estés con otras personas,
 te quejarás de que nunca hiciste nada interesante.

Por eso, tienes que escoger tu objetivo, dar lo

 mejor de ti para alcanzarlo, tratándolo con respeto
 y dignidad: tienes que saber qué significa y cuánto
 esfuerzo, entrenamiento e intuición te ha exigido.

Al mirar al blanco, no te concentres en él; mira todo

 lo que sucede a tu alrededor, porque la flecha,
 al ser disparada, se encontrará con factores
 con los que no has contado,
 como el viento, el peso, la distancia.

El objetivo sólo existe en la medida en que 

un hombre es capaz de soñar con alcanzarlo.

 Lo que justifica su existencia es el deseo, 
sin el cual sería una cosa muerta, un sueño
 distante, una fantasía.

Así, del mismo modo que la intención busca

 su objetivo, el objetivo también busca la intención
 del hombre, pues es él quien da sentido a su
 existencia: ya no es sólo una idea, sino
 el centro del mundo de un arquero.

Paulo Coelho 



En el fondo todos somos arqueros 
 de la voluntad Divina.
 Por lo tanto, es indispensable conocer
 los instrumentos que tenemos 
a nuestra disposición.


 
Una flecha sólo puede ser disparada
 tirando de ella hacia atrás.
Así que cuando la vida te arrastra
 hacia atrás con dificultades,
significa que te va a lanzar 
hacia algo grande.
Así que sólo concentrate, 
y sigue apuntando al objetivo.

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