Clavos y Tornillos
Un clavo se quejaba ante su amigo el tornillo.
-Mi vida es muy desgraciada pues cada vez
que
quiero ser útil, hay un martillo que
tiene que golpear mi cabeza hasta
hundirme
en la madera; imagínate como me siento cuando
la madera es
dura, o cuando para colgar un
cuadro me clavan en la pared.
Mi dolor es
intenso y a veces me doblo; pero
pobre de mí cuando me pasa esto; pues
me
arrancan con una tenaza y me golpean en
las costillas para
enderezarme, y vuelta a empezar.
¡Qué triste y golpeada es mi vida!
-En cambio tú, con tu rosca elegante y tu
-En cambio tú, con tu rosca elegante y tu
cabeza acanalada, no sólo eres más bello,
sino que no tienen que golpearte como a mí.
El tornillo, que había escuchado las quejas
del clavo, replicó:
-Tú te lamentas por los golpes y piensas
-Tú te lamentas por los golpes y piensas
que yo tengo una vida fácil,
pero te equivocas.
Si supieras lo que debo soportar cuando
el
destornillador me retuerce una y otra vez
hasta que consigue
atornillarme.
Siempre acabo mareado y dolorido.
-Más de una vez mi canaleta se abre
partiendo mi cabeza en dos y entonces
como ya no pueden
enroscarme, suelen
golpearme como a ti y claro, al tener rosca,
mi
sufrimiento es mucho mayor que el tuyo.
Y otra cosa que me molesta muchísimo
de ser un tornillo es que cuando alguien está
medio loco o
tonto, dicen:
“a este le falta un tornillo”.
¿Te parece eso normal?
Hubo un silencio pero de pronto el clavo
empezó a reflexionar en voz audible:
-Los hombres no son locos o tontos porque
-Los hombres no son locos o tontos porque
les falte un tornillo, sino
porque tienen necesidades,
problemas y cometen muchos errores en la
vida.
Créeme, que de este asunto, yo sé bastante.
Jesús murió precisamente por todos esos errores
y necesidades de los hombres y
fueron mis
parientes los clavos, los que se encargaron
de clavar en la
cruz sus manos y sus pies.
-Nunca me he sentido orgulloso con eso
que hicieron mis antepasados, pero por otro lado,
siento que de alguna
manera esos clavos de dolor
y sufrimiento, también contribuyeron a la
obra
redentora de Jesucristo en el Calvario.
Gracias a eso, todo aquél a
quien le falte
un tornillo, tenga necesidades, problemas
y esté harto
de sus propios errores, puede hallar
una nueva vida en Cristo Jesús.
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