Cuento budista para darle paz a tu mente






El budismo es una filosofía que nació hace
 más de 2 mil años atrás en la India.
 La no violencia, la gentileza, la paz,
 la conciencia plena, el amor, la tolerancia
 y la compasión son algunos de los principios
 que la han mantenido a lo largo del tiempo.

Es una fuente de inspiración, tanto en Oriente
 como en Occidente porque la sabiduría que ha
 sabido transmitir se ha convertido en una
 guía para que las personas vivan con calma, 
equilibrio y plenitud en un mundo que 
plantea retos a cada momento.

Los cuentos y leyendas son una manera en 
que estas enseñanzas han permanecido "vivas"
 y se han transmitido de generación en generación
 a lo largo del tiempo y los países. 



Este relato de Buda te ayudará a encontrar un 
respiro cada vez que necesites paz y armonía,
 tanto a tu alrededor como dentro de ti,
 y te recordará lo importante que es no perder
 el eje y vivir con plenitud cada momento.




Oí una parábola antigua. 
Y debe ser muy antigua porque en aquellos días
 Dios acostumbraba a vivir en la tierra. 

Entonces, un día, un viejo campesino
 fue a verle y le dijo: 

— Mira, tú debes ser Dios y debes haber creado
 el mundo, pero hay una cosa que tengo que decirte:
 No eres un campesino, no conoces ni siquiera
 el ABC de la agricultura. 
Tienes algo que aprender.

Dios dijo: 
 — ¿Cuál es tu consejo?

El granjero dijo:
 — Dame un año y déjame que las cosas se hagan
 como yo quiero y veamos qué pasa. 
La pobreza no existirá más.
Dios aceptó y le concedió al campesino un año. 
Naturalmente pidió lo mejor y solo lo mejor: 
ni tormentas, ni ventarrones, 
ni peligros para el grano. 

Todo confortable, cómodo y él era muy feliz. 
El trigo crecía altísimo. 
Cuando quería sol, había sol; 
cuando quería lluvia,
 había tanta lluvia como hiciera falta.
 Este año todo fue perfecto,
 matemáticamente perfecto.



El trigo crecía tan alto que el granjero fue
 a ver a Dios y le dijo:
— ¡Mira! Esta vez tendremos tanto grano 
que si la gente no trabaja en diez años,
 aún así tendremos comida suficiente. 
Pero cuando se recogieron los granos estaban vacíos.

 El granjero se sorprendió.
 Le preguntó a Dios:
— ¿Qué pasó, qué error hubo?

Dios dijo:
— Como no hubo desafío, no hubo conflicto, 
ni fricción, como tú evitaste todo lo que era malo, 
el trigo se volvió impotente. 


Un poco de lucha es imprescindible.
 Las tormentas, los truenos, los relámpagos,
 son necesarios, porque sacuden 
el alma dentro del trigo. 



La noche es tan necesaria como el día y los días
 de tristeza son tan esenciales como
 los días de felicidad.




 A esto se le llama entendimiento.
Entendiendo este secreto descubrirás
 cuán grande es la belleza de la vida, 
cuánta riqueza llueve sobre ti en todo momento,
 dejando de sentirte miserable porque las cosas
 no van de acuerdo con tus deseos.

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