El guerrero de la luz
a veces se comporta como agua, y
fluye por entre los muchos obstáculos que encuentra.
En ciertos momentos, resistir significa ser destruido.
En esos casos, él se adapta a las circunstancias.
Acepta sin protestar que las piedras del camino
tracen su rumbo a través de las montañas.
En esto reside la fuerza del agua: jamás podrá ser
quebrada por un martillo o herida por un cuchillo.
La más poderosa espada del mundo es incapaz
de dejar una cicatriz sobre su superficie.
El agua de un río se adapta al camino
que le es posible sin olvidar su objetivo:
el mar .
Frágil en su naciente, poco a poco va incorporando
la fuerza de los otros ríos que encuentra.
Y, a partir de determinado momento,
su poder es total.
0 comentarios:
Publicar un comentario